Casas de galicia en el mundo

Casas de galicia en el mundo

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El gallego en el mundo Fueron los miles de hombres y mujeres que tuvieron que abandonar su tierra, bien por motivos económicos o laborales, bien por razones políticas, los que sentaron las bases de lo que hoy es el gallego en el mundo. Esta diáspora tuvo varias fases. La primera fue en el siglo XIX, cuando miles de gallegos abandonaron sus hogares para trabajar como jornaleros en Andalucía, Castilla y Portugal.

Entre 1860 y 1936 la mayor parte del éxodo gallego fue a parar a Cuba, Argentina y Brasil. Esta emigración fue mayoritariamente de hombres que dejaron atrás a sus mujeres e hijos, "las viudas de los vivos y las viudas de los muertos" en palabras de Rosalía de Castro. Se calcula que más de medio millón de personas abandonaron Galicia durante este período. Tras la Guerra Civil no se permitió la emigración durante varios años -excepto para los exiliados políticos-, pero en los años cincuenta también se reanudó la emigración a Argentina.

Su labor se manifestó en el apoyo prestado a los miembros de las "Irmandades" y en su contribución a la labor científica del Seminario de Estudios Gallegos. A principios de siglo se creó en Cuba la Academia Galega, entre otros por Curros Enríquez.

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Sentado junto a la misma chimenea que dio calor a cuatro generaciones de su familia, explicó cómo cada palloza tiene dos zonas claramente diferenciadas en su interior: el ástrago, donde vive la gente; y la estravariza, el establo de los animales. Él durmió encima del establo hasta los 14 años, en una plataforma de madera calentada por los animales que había debajo. "Teníamos vacas, cerdos, gallinas y un caballo", cuenta con nostalgia.

El teitador -el oficio de construir y reparar un teito- también está desapareciendo poco a poco. "Cada año nos gastamos de 2.000 a 3.000 euros en reparar un parche, la parte más dañada del tejado. Lo hacemos nosotros mismos, recogiendo nuestra propia paja, de lo contrario sería mucho más caro", explica Isolina Rodríguez López, propietaria del Museo Casa do Sesto Palloza, en la aldea de Piornedo. Ella fue la última de seis generaciones que nacieron en esta casa, y ella y su marido la convirtieron en museo en 1989.

Sin embargo, gracias a ese paisaje virgen, su situación aislada y su compleja biodiversidad, la comarca de los Ancares fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2006. La altitud aquí varía desde los 800 m del valle hasta los 1.670 m del puerto de Ancares, lo que crea un clima con muchas precipitaciones, nieve en invierno y temperaturas moderadas en verano, aunque eso está cambiando, como en otras partes del mundo.

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Las Casas Solariegas de Galicia, también llamadas Pazos, son grandes casonas pertenecientes a la nobleza y construidas principalmente entre los siglos XVII y XIX. Estas casas solariegas son edificios elegantes y refinados con magníficos jardines que merece la pena visitar. Hay alrededor de 900 casas solariegas en toda Galicia, cada una con su estilo arquitectónico y algunas de ellas datan del siglo XVI.

Las casas solariegas son un elemento básico de la historia de Galicia. La palabra Pazo en gallego procede del latín "palatium", ya que son grandes edificios arquitectónicos rodeados de tierras que pertenecieron a los nobles en el pasado. Existen alrededor de 900 pazo en toda Galicia, cada uno con su estilo arquitectónico y algunos de ellos datan del siglo XVI.

Una anécdota interesante de la década de 1600: Uno de los nobles del pazo, Luís Pimentel de Soutomaior, un hombre descrito como poseedor de una fuerza extraordinaria, intentó asesinar a su esposa Inés de Ribadeneira apuñalándola once veces. Ella sobrevivió fingiendo estar muerta y pasó sus últimos años en un convento.

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Esta casa solariega de la nobleza gallega era mucho más que un edificio. Era en sí mismo una organización social que unía y representaba a toda una comunidad. Armónicamente integrado en la vida rural, un pazo contaba normalmente con zonas asociadas y reservas de tierras que eran trabajadas por el campesinado, sobre las que los nobles poseían derechos tributarios e incluso jurisdiccionales. A pesar de tratarse de construcciones de arquitectura civil, lo cierto es que muchas de ellas conservaban rasgos militares como ventanas saeteras, celosías y escudos de armas. En la casa solariega de Torres do Allo estos elementos están quizá aún más presentes, dadas las circunstancias que le dieron origen.

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